ENEATIPO 5
E V. Tiene miedo a que le hagan daño. Siente una necesidad de relaciones humanas auténticas pero se retrae, no quiere caer en una entrega total donde suele acabar sintiéndose traicionado, cree que los demás se relacionan de forma superficial y él no sabe hacerlo o no le interesa. El E V se esconde, se refugia tras las trincheras dejando un resquicio para poder observar el exterior, se avitualla, de ahí su tacañería, quiere estar preparado y armado para cuando deba salir. Pero sabe que está solo, siempre será una cuestión de tiempo el que se arrepienta de haber comenzado cualquier relación, en algún momento le pedirán algo y tendrá que dar un paso atrás e irse por donde ha venido. Volverá a su refugio, donde no necesita a nadie, donde seguirá preparándose,preparándose para nada….
Eneatipo V: la avaricia y el desapego patológico « […] Culpa. El eneatipo V (junto con el eneatipo IV, en la parte inferior del eneagrama) se caracteriza por una propensión a la culpa, aunque el eneatipo IV siente la culpa más intensamente, pues aquí queda “amortiguada” por un distanciamiento general de los sentimientos. Sin embargo, la culpa se manifiesta en una vaga sensación de inferioridad, en una vulnerabilidad a la intimidación, en un sentimiento t inadecuación y timidez, y, más típicamente, en la característica ocultación de la persona.Aunque puede entenderse la culpa a la luz del fuerte superego del eneatipo V, pienso que también es una consecuencia de la implícita decisión temprana de apartarse del amor (como respuesta a la falta de amor del mundo exterior).Así, puede considerarse el frío desapego del eneatipo V como un equivalente de la ira en el vengativo eneatipo VIII, que pugna por salirse con la suya y lucha por sus necesidades en un mundo hostil. Su separación de la gente es un equivalente a luchar contra ella, como si, en la imposibilidad de expresar ira, aniquilara al otro en su mundo interior.Al adoptar una actitud de indiferencia amorosa, siente una culpa que es comparable al a del bravucón testarudo, sólo que es más “visible”, porque el bravucón la niega defensivamente, mientra que aquí se manifiesta como una kafkiana propensión a la culpa que lo impregna todo.[…]». Carácter y neurosis, Ed. La Llave, 2005, pp. 91,92
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